Consentir: «decir a alguien que puede hacer cierta cosa o no oponerse a que la haga. Permitir alguien que los que dependen de su autoridad obren a su gusto, sin corregirles o castigarles. No oponerse alguien a hacer o a que le sea hecha cierta cosa. Autorizar, dejar, permitir, acceder, admitir, aguantar, resistir, mimar.»
(Éxodo 32.5) «Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.»
Este evento trágico en medio del pueblo de Dios tuvo un tremendo impacto espiritual. Significó un descalabro monumental entre el éxodo de Egipto y la posesión de la Tierra Prometida.
El agente de este consentimiento fue el Sumo Sacerdote Aarón. Fue un consentimiento ministerial o espiritual. En estos últimos tiempos nos hallamos frente al caos espiritual y al caos civil. Estamos frente a la más grande de las tempestades que haya sufrido la humanidad, la crisis de los valores es incuestionable, hay crisis individual, crisis familiar, crisis política, crisis económica.
¿Cuál es la fuente de la crisis del Éxodo? ¿Por qué apareció? El consentimiento ministerial.
Ante la reprensión de Moisés Aarón se justificó: «Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro.» (Éxodo 32.21–24)
La primera razón que Aarón presentó fue: « tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal ». En otras palabras, el pueblo tenía una inclinación al mal evidente. Se dice que inclinación es afecto, tendencia, propensión a una cosa. Es como el cauce de un río, no importa cuánto la ingeniería de los hombres trate de alterar el curso del río, este siempre volverá a ocupar su lecho natural.
La segunda explicación que expuso era la presión que recibió: « Porque me dijeron ». La expresión «me dijeron» en su sentido original es: «permanecer en una posición o decisión, decidir, desear, determinar, mandar». El consentimiento se sostiene sobre dos pilares: indisposición al cambio y ejercicio de presión por medio de palabras y amenazas. El consentido no cambia, crece en sus defectos y provoca temor a su alrededor.
Todo consentido es un personaje resistente a reconocer su situación y por lo mismo no quiere cambio, no admite rectificar su conducta, permanece en su actitud y usa todos los recursos a su alcance: la presión, las amenazas, las coacciones, creando temor a su alrededor.
¿Es el consentimiento una solución? A todas luces no lo fue, no es y no será jamás. En los albores de la Segunda Guerra Mundial, cuando el entonces Primer Ministro Chamberlain fue a Berlín a buscar la paz firmada con Hitler. Lo único que logró firmar fue el consentimiento para que el germano se armara, amenazara, invadiera y conquistara Europa.
Winston Churchill, miembro de la Cámara de los Lores de Inglaterra, sentenció con estas palabras memorables: «había dos opciones: la guerra o la vergüenza, escogieron la vergüenza y tendremos la guerra». Las palabras de un hombre que no tenía a Dios se cumplieron como una profecía bíblica. Sin duda alguna, Churchill entendió que consentir aquel dictador sería un error con consecuencias horribles ¡Sesenta millones de muertos en solo cuatro años! El 2,5% de la población mundial de aquel tiempo.
El consentimiento de Aarón le arrebató al pueblo el despojo de Egipto conquistado por la fe y la sangre del cordero. Consentir no fue una solución sino una derrota « Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos » (Éxodo 32.25).
Los ministros consentidos son una turbación para la Obra de Dios, los miembros consentidos son un bochorno para el pastor y para la iglesia que los acoge, los hijos consentidos son una vergüenza para la familia. La psicología moderna no admite este tipo de mensaje tildándolo de no positivo. Pero en la actualidad hay más psicólogos que nunca y sus métodos no están siendo de mucha ayuda ¡Hay cada vez más gente con problemas psicológicos graves! El no llamar al pecado por nombre y confrontarlo con la Palabra de Dios, lleva a nuestra sociedad a buscar formas y técnicas de todo pelo, estas son aplaudidas por los alérgicos a la Palabra de Dios y a los medrosos de los métodos divinos. Pero el aplauso de algunos, no hace la sanidad de muchos
¡Cuidémonos del consentimiento personal o ajeno! Hay que dejar las inclinaciones al mal y las presiones, para ser sanados por Dios y ser de bendición en el hogar, en la familia y en la Obra de Dios.
Dios les bendiga
Pastor Alberto Ortega